El martes 28 de enero de 1986, 73 segundos después de su lanzamiento, el transbordador espacial Challenger estalló; provocando la muerte de sus siete tripulantes y la desintegración de la propia nave, así como de gran parte de los equipos y artefactos con que viajaba.
De entre las 14 toneladas de escombros recuperados que la guardia costera rescató del mar, uno de los pocos artículos recuperados intactos, fue un balón de futbol. Un testarudo balón de futbol.
El balón pertenecía a la escuela Clear Lake High, donde estudiaba Janelle; la hija del astronauta Ellison Onizuka. Tal vez la única escuela en este hemisferio, donde no es extraño que los alumnos sean hijos de astronautas. La escuela está menos de siete kilómetros del Johnson Space Center en Houston.
Toda una semana, el equipo de futbol donde jugaba Janelle se había organizado para firmar el balón que el astronauta Onizuka llevaría al espacio. «Good Luck, Shuttle Crew!» (¡Buena suerte, Equipo del Transbordador!), decía en letras escritas con marcador azul.
Onizuka era un Ingeniero Aeroespacial, con el grado de Teniente Coronel de la Fuerza Área de Estados Unidos. Era el primer asiático-estadounidense, el primer japonés- estadounidense y el primer hawaiano en el espacio. Cabe mencionar que ya había viajado en la misión STS-51-C de la nave Discovery en 1985. Era budista y toda una celebridad en la comunidad asiático-japonesa y en su estado natal, Hawái.

La historia de como terminó la misión, Onizuka y el balón; en 1986, ya la adelantamos. Basta solo agregar que el balón terminó en la vitrina de la escuela Clear Lake High, con las letras azules aún impresas en uno de los hexágonos de la pelota. Miles de estudiantes, profesores y padres pasaron por esos pasillos siendo testigos de como el balón quedaba escondido por los premios mas recientes de los equipos de la escuela. Sepultado. Olvidado. Las firmas casi ilegibles. Y ganando polvo por 30 largos años. Hasta el año 2016.
La directora de la escuela, no sabía del balón. Un padre le escribió con esta información y no podía creer que afuera de sus oficina, detrás de los trofeos, sin dedicatoria ni señalamientos especiales; estuviera ese sobreviviente de la tragedia. Sin embargo… «Good Luck, Shuttle Crew!». ¡Era él!
La directora contactó al coronel Shane Kimbrough, astronauta de la Estación Espacial Internacional y padre de un alumno de la escuela. Y así, acordaron que el balón DEBÍA ir al espacio.
El 19 de diciembre de 2016, la expedición 49 a la Estación Espacial Internacional; llevaba un pasajero de otro tiempo. Un sobreviviente lastimado y algo cansado. Un recuerdo de la perseverancia de los humanos por seguir adelante, no importando las adversidades. Al fin lo consiguió:

Fotografía tomada por el astronauta Shane Kimbrough
El balón orbitó la tierra 3 mil veces en 173 días. El coronel Shane la devolvió a la familia Onizuka, quienes a su vez la entregaron nuevamente a la escuela. A su hogar.
Colofón
En 1980, Ellison Onizuka pronunció el discurso de graduación en su escuela secundaria en Hawái. Parte del discurso menciona las siguientes palabras:
«Cada generación tiene la obligación de liberar las mentes de los hombres para ver mundos nuevos … mirar desde una meseta más alta que la última generación…»
Astronauta Ellison Onizuka
Esta frase está impresa en todos los pasaportes de los ciudadanos Estadounidenses.
Mas información en el sitio de la NASA y en ESPN.
Créditos de las imágenes: Shane Kimbrough, en NASA y Konstantin Evdokimov en Unsplash.