«Llegará el momento que las tres teorías del origen de la vida y el universo se enseñen por igual en aulas de ciencias de nuestro país y, eventualmente en todo el mundo: un tercio para el diseño inteligente, un tercio para el Monstruo Espagueti Volador (pastafarismo) y un tercio para conjeturas lógicas basadas en abrumadoras evidencias observables».

Carta de Bobby Henderson al Consejo de Educación de Kansas. Junio, 2005.

En la colección de Lecturas de Física, en el apartado acerca de la viscosidad; Feyman suelta la siguiente frase:

«A día de hoy, no podemos saber si la ecuación de Schrödinger contiene ranas, composiciones musicales o moralidad, o si en realidad no contiene nada de eso».

Richard Feynman, The Feynman Lectures on Physics

Un libro que definitivamente asume algunas cosas de ti. Como que ya sabes de física. Incluso, el mismo Feynman no guardaba mucho optimismo acerca de si «este experimento ha tenido éxito»: →

«En efecto, muchos filmes sobre inteligencia artificial están tan alejados de la realidad científica que cabe sospechar que son simplemente alegorías de preocupaciones completamente diferentes. Así, la película Ex Machina, de 2015, parece tratar de un experto en IA que se enamora de una mujer robot solo para ser embaucado y manipulado por ella. Pero en realidad esta película no versa sobre el miedo humano hacia los robots inteligentes, sino sobre el miedo de los hombres hacia las mujeres inteligentes, y en particular sobre el miedo a que la liberación femenina pueda conducir a la dominación femenina. Siempre que el lector vea una película sobre una IA en la que la IA es una mujer y el científico es un hombre, probablemente se trate de un filme sobre feminismo y no sobre cibernética. Pues ¿por qué demonios tendría que tener una IA una identidad sexual o de género? El sexo es una característica de los seres orgánicos multicelulares. ¿Qué puede significar para un ser cibernético no orgánico?»

Yuval Noah Harari, en 21 lecciones para el siglo XXI.

«En resumen: hemos visto que la programación es un arte, porque aplica conocimientos acumulados al mundo, porque requiere habilidad e ingenio, y especialmente porque produce objetos de belleza. Un programador que inconscientemente se ve a sí mismo como un artista disfrutará lo que hace y lo hará mejor. De tal modo que, podemos alegrarnos de que las personas que dan conferencias en congresos de cómputo hablen del estado del arte».

Donald Knuth, Computer Programming as an Art, 1974.

En uno de sus tres libros de aforismos, Jorge Wagensberg encadena algunos pensamientos acerca de la creación y la relación con la copia. Estas «conservas compactas de ideas», como el las llamaba, aparecen en su libro «A mas cómo, menos porqué»:

1. Copiar es reproducir con ánimo tácito de crear.
2. Plagiar es reproducir sin ánimo de crear.
3. Clonar es reproducir con ánimo explícito de no crear.
4. Clonar es un buen ejercicio para aprender a plagiar.
5. Plagiar es un buen ejercicio para aprender a copiar
6. Copiar es un buen ejercicio para aprender a crear.

Añade otros dos aforismos mas, para cerrar la idea:

«Todo ser humano debería ser capaz de cambiar unos pañales, planear una invasión, desollar un cerdo, gobernar un buque, escribir un soneto, proyectar un edificio, hacer un balance, levantar una pared, poner un hueso en su sitio, auxiliar a un moribundo, recibir órdenes, dar órdenes, cooperar, actuar solo, resolver ecuaciones, analizar un problema nuevo, estercolar, programar una computadora, cocinar un plato sabroso, combatir con eficacia, morir con gallardía. La especialización es para los insectos».

Robert A. Heinlein, en «Tiempo para Amar».

Editorial Minotauro, (¿quién mas sino?) publicó hace algunos años, en cinco volúmenes, la colección completa de cuentos cortos de Phillip K. Dick.

En el prefacio del primer libro, el propio autor comparte su opinión sobre ¿a qué podemos llamar ciencia ficción?, ¿qué es la buena ciencia ficción? y ¿qué hace diferente a la ciencia ficción de la fantasía?; a esto último Dick responde:

En 1990 la editorial Joshua Odell Editions, recopiló y publicó diversos ensayos de Ray Bardbury escritos entre 1961 y 1990; bajo el nombre Zen en el arte de escribir. Es un libro donde Bradbury hace una declaración de amor a su oficio y de paso, salpica de ideas sobre el momento de la creación y donde encontrar a nuestra musa, sobre cosas al final de la escalera; y en particular sobre la inmediatez de las ideas:

«El trabajo es el alma de la creación. Trabajo es levantarse temprano y volver tarde a casa, rechazar citas y renunciar a fines de semana, escribir y reescribir, revisar y corregir, memorizar y seguir una rutina, vencer la duda de la página en blanco, empezar cuando no se sabe por dónde y no detenerse cuando no se puede seguir. Por lo general, no es divertido, romántico ni interesante. En palabras de Paul Gallico, si queremos crear, tenemos que abrirnos las venas y sangrar.»

Kevin Ashton, Cómo volar un caballo, 2016.